Moquegua, un encuentro en el cálido SUR

moquegua-pileta

Moquegua - Pileta

He visitado muchas veces Moquegua, si bien no es un lugar soñado de esos que, según dicen, se debe visitar antes de morir. Es más, es muy probable que muchos viajeros, cuando empiezan a planificar su próxima travesía, no se den un tiempo para averiguar qué se puede conocer en esta región del sur peruano. Quizá ese olvido turístico termine siendo el principal atractivo de Moquegua. Como se sabe tan poco, todo sorprende: sus calles que atesoran antiguas casonas de arquitectura centenaria, su ruta pisquera que tienta al brindis, sus chacras de verdor fecundo y, claro, las historias del emblemático cerro Baúl, el reducto preincaico de los wari.

moquegua-cerro-baul

Cerro Baúl

Una ciudad tranquila y calurosa. Un valle dulcemente frutícola. Varios molinos coloniales. Más de un camino hacia lagunas y nevados. Muchos panes y roscas en locales de exquisita tradición.También piscos, vinos, macerados de
damasco, camarones por doquier en Tumilaca y cuyes bien fritos y crocantes en Yacango (ambos en el distrito de Torata, provincia de Mariscal Nieto).
La idea es descubrir Moquegua, con calma y sin prisa, caminando bajo la sombra de los árboles de la plaza de Armas, admirando la pileta central diseñada por Gustavo Eiffel, sí, el mismo de la famosa torre parisina. Visitando su legado
cultural en las salas del museo Contisuyo -con su legado prehispánico- e ingresando con fe a la Catedral de Santo Domingo, para rezarle a Santa Fortunatta, quien es uno de los orgullos de la zona, como también lo es el cerro Baúl en
Torata. En la cima, los waris levantaron varios lugares amurallados.

No todo son rezos. Hay que peregrinar por los viñedos y bodegas y si es posible, hacer la ruta del pisco. Seco y
volteado en el fundo Escapalaque de la Sucesión Valdivia, en las botijas de El Mocho, en la bodega Ghersi con sus aires
coloniales, o en la afamada Biondi, por mencionar solo algunas de las estaciones en este vaivén de brindis y degustaciones.

Luego, de vuelta al cerro Baúl. Conquistarlo o, si no hay ganas ni físico, verlo desde la carretera, pensando
que allí, cuando pueden, los chamanes hacen sus rituales. Seguir por la carretera hasta el pintoresco núcleo urbano
deTorata (a 24 km), donde se hacen panes y roscas de sabor virreinal.

Aquí aún hay molinos coloniales y los caminos conducen a lugares espléndidos. La catarata de Mollesaja -un velo refrescante en un terreno agreste-, el anexo de Otora y el inicio del tramo carretero que viaja hacia el distrito de Carumas. Tierra cordillerana de vientos helados, de nevados y altura. Aquí está la laguna de Suches con sus estilizadas
parihuanas y las estancias de Asana, donde viven pastores de llamas y alpacas.La ruta impresiona.

Moquegua, con su quietud, su clima generoso, sus sabores que engríen al paladar, es capaz de conquistar a cualquier
viajero. No hay que ignorarla, hay que recorrerla y descubrirla.Vale la pena considerarla dentro de los mejores lugares turísticos del Perú.

Pin It on Pinterest

Shares
Share This